La Educación Bancaria de Paulo Freire
La educación
bancaria es la concepción de la educación como un proceso en que el educador
deposita contenidos en la mente del educando. El termino aparece por primera
vez en la obra Pedagogía del Oprimido del pedagógo brasileño Paulo Freire,
quien analiza de forma crítica esta visión de la educación, la cual denuncia
como un instrumento fundamental de opresión, en oposición a una educación
popular.
En lugar
de observar una educación como un proceso de comunicación y diálogo consciente
y con discernimiento, la educación bancaria contempla al educando como sujeto
pasivo e ignorante, que ha de aprender por medio de la memorización y
repetición de los contenidos que se le inculcan. Bajo esta lógica, el educador
selecciona de forma a priori, para luego instruirlas, viviéndose a sí mismo
como su poseedor de verdades únicas e inamovibles.
La
expresión como tal se origina con la obra de Freire, pro la idea en sí se
encuentra un paralelismo con las ideas con las ideas del pedagogo suizo Johann
Heinrich Pestalozzi, que ya había rechazado dichas técnicas en el siglo XVII.
Este
tipo de educación paternalista parte de unas ciertas premisas de unas ciertas
premisas o concepciones que se tienen sobre cómo enseñar. Una de esas premisas
es que enseñar consiste en narrar, es decir, que la narración cobra un papel no
sólo muy importante, sino preponderante en la educación.
La
dificultad que se crea con ese pensamiento es que se va la realidad como algo
que no cambia, que permanece con el tiempo y que, además, es divisible y
totalmente ajeno a la propia experiencia de los maestros.
Una
segunda premisa de la que parte la educación bancaria es que el estudiante es
un ser vacío de conocimiento. Es por ello, que el maestro se considera a sí
mismo como un agente indiscutible. Es decir, que su palabra es la única que
cuenta con el contrato social que crea con el agente pasivo que sería el
estudiante. Además, teniendo en cuenta que el estudiante sería un ser vacío, el
maestro debe llenarlo de saber. Es aquí en donde el término Educación Bancaria
toma sentido, pues el maestro se convierte en el depositante, el estudiante, en
el depositario y el conocimiento es el depósito.
Entonces,
la calidad de la educación se mide en cuestión de cantidad.
Entonces,
la calidad de la educación se mide en cuestión de cantidad de conocimiento es
el depósito. Entre más sea cantidad de conocimiento (depósito) que el maestro
(depositante) logre insertar en la cabeza del estudiante, memorice y repita,
mejor estudiante será.
Por lo
anterior, los estudiantes sólo tienen una cosa que hacer, recibir pasivamente
la información y archivarla. De acuerdo
a todo a todo lo dicho anteriormente, el saber se lograría siendo paciente,
pasivo y memorístico. Asimismo. La información se haría posible únicamente si
el maestro tiene una suma mayor de información y reconoce sus saberes como
absolutos. Es decir, que el estudiante jamás tendrá la oportunidad de crear
nuevas ideas, pues ya todo ha sido dicho y debe ser conservado a través de la
memorización.
Finalmente,
este tipo de educación se lleva a cabo por los intereses privados de los grupos
de los sociales poderosos, que logran percibir en el debate, el pensamiento
incentivo y crítico, una amenaza a sus estilos de vida. El problema radica en
que pensar auténticamente es peligroso.
El
extraño humanismo de esta concepción bancaria se reduce a la tentativa de hacer
de los hombres su contrario- un autómata, que es la negociación de su vocación
ontológica de ser más.
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